LA FECUNDA OBRA DEL DR. PEDRO ORTIZ

GRADO AMAUTA PARA UN GRAN SANMARQUINO Una herencia negativa del coloniaje -y la débil república que la sucedió- es la costumbre de reconocer los méritos de la obra y vida de notables personajes cuando éstos han fallecido. Una razón de este hecho es el temor y desconfianza de quienes ejercen y/o usufructúan del poder, frente al contenido o forma de las ideas y la práctica de tales personalidades. Y es que, por lo general, éstos forman la elite de avanzada, son creadores de obras o movimientos habitualmente críticos, innovadores o revolucionarios del estado vigente en los diferentes ámbitos del quehacer humano. La insana envidia, que embarga y hace sufrir con el bien o realización ajena, es también otro factor y, en este caso, tiene una larga conformación histórica y cultural. Es una de las lacras más extendidas en todos los sectores sociales, especialmente en aquellos que viven a costa del trabajo de otros, y se expresa en el decir y hacer de seres afanosos de notoriedad en los distintos círculos de poder. Felizmente, a veces, gracias al notorio valor y la trascendencia de su obra respectiva, la gestión de algunas colectividades y una apertura por parte de algunos directivos, se consigue un merecido reconocimiento en vida a estos compatriotas. Este es precisamente el caso del Dr. Pedro Ortiz Cabanillas, quien el pasado 6 de julio recibió conjuntamente con otros destacados personajes, el Dr. Salomón Lerner Febres y el Dr. Flavio Vega Villanueva, el grado de AMAUTA de manos del Ministro de Educación, arquitecto Javier Sota Nadal. El Dr. Ortiz, coronando una larga y fructífera carrera en el ámbito de la medicina y la docencia universitaria, empezó ha publicar valiosas obras orientadoras para quienes estamos directamente vinculados con en el desarrollo de los seres humanos. Así, luego de su obra “El sistema de la personalidad” (1994), publicó “La formación de la personalidad” (1997), “El nivel consciente de la memoria” (1998), “Lenguaje y habla personal” (2002) y “El nivel consciente de la Actividad Personal” (2004), entre otras. En ellas percibimos un afán sistemático de construcción de un modelo teórico del desarrollo de la personalidad, en el cual tiene un papel fundamental la actividad consciente de la persona. Es más, visualizamos los frutos de construcción de una propuesta teórica alternativa al paradigma positivista y conductual, y que –además- supera la moda cognitivista extendida hoy en el mundo. Nacido en Celendín, el Dr. Pedro Ortiz, con una sencillez, honestidad y generosidad que lo enaltecen aún más, persevera en su compromiso militante por mejorar en forma sustantiva la vida de las personas. Probablemente perdimos a un notable físico (una temprana aspiración del Dr. Ortiz al ingresar a la Universidad de Trujillo en 1953), pero ganamos a un destacado médico y, sobre todo, a un profesional humanista con revolucionarios aportes en el ámbito del desarrollo y el aprendizaje. Nos aunamos a ese merecido reconocimiento.